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La adicción a los bonos y la bancarrota del carrusel

A falta de ideas para un plan de desarrollo económico para Puerto Rico, la solución de ésta y pasadas administraciones gubernativas del país parece haber sido un apego adictivo a los bonistas de Wall Street. Es un carrusel nauseabundo que sigue dando vueltas y girando en un mismo lugar sin poder avanzar 

En estas vueltas a la noria, se busca dinero con endeudamiento en el mercado de bonos, se invierte ese dinero en el financiamiento para los gastos operacionales del Gobierno y en una que otra inversión en obras públicas, y cuando el dinero se acaba, volvemos a recurrir a los bonistas. Al fin y al cabo, Puerto Rico termina siendo un estupendo negocio para los bonistas, sin más remedio que la quiebra del país.

Degradado el crédito del Gobierno de Puerto Rico a “chatarra”, terminaremos pagando por esta adicción a los bonos no menos de un 10% de interés por esta futura emisión a principios de marzo con acuerdos leoninos para los bonistas usureros del mercado de “hedge funds”.

“Dolorosa, pero necesaria” la emisión de bonos para este próximo marzo a intereses usureros a pagar, según la Secretaria de Hacienda, Melba Acosta, como termina siendo cualquier adicción. La liquidez que provee para las operaciones gubernativas las emisiones de bonos se ha convertido en la heroína económica que mantiene siendo funcional al Gobierno de Puerto Rico. Y lo peor es escuchar a los tecnócratas del país decir que la emisión de $3,500 millones no será suficiente y se necesitaría seguidamente otra emisión similar para que el Gobierno tenga la liquidez suficiente.

Con esta nueva emisión de bonos en marzo, la deuda pública del país se elevará a $73,900 millones, superior a nuestro Producto Bruto Nacional (PIB). En otras palabras, que la deuda del Gobierno sería mayor que la capacidad productiva anual de todo el país. Lo cierto, entonces, es que la deuda de Puerto Rico es impagable, y llegará el momento que habrá inexorablemente que reconocerlo.

Entretanto, no se escucha una idea coherente y convincente acerca de un plan de desarrollo económico del país que nos saque real y permanentemente de este atolladero.

Hasta tal punto hemos llegado, compatriotas. Al punto ya de la quiebra de nuestro Gobierno y del país. Estas vueltas del carrusel que ya parecen eternas provocan náusea. Y será inevitable el vómito del pueblo.

El autor fue columnista del desaparecido periódico El Mundo y ha escrito columnas y colaboraciones de análisis para la sección de noticias internacionales de El Nuevo Día. Es actualmente oficial de prensa y comunicaciones de la Unión General de Trabajadores (UGT).

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