Irónicamente, el fundador de Wikileaks y autonombrado símbolo de la libertad de expresión espera la decisión de un gobierno cuestionado por su agresiva relación con los medios de comunicación.
El fundador de Wikileaks, y autonombrado símbolo de la libertad de expresión, Julian Assange pasó su segunda noche en la embajada de Ecuador en Londres, esperando que uno de los gobernantes sudamericanos más cuestionados por su constante confrontación con los medios de comunicación acepte recibirlo.
La decisión de asilo podría tomarse este mismo jueves, según lo adelantó el viceministro de Relaciones Exteriores, Marco Albuja, a la Australian Broadcasting Company.
En una corta intervención en Brasil, el presidente ecuatoriano Rafael Correa, que mantiene una prohibición de conceder entrevistas a medios de comunicación que lo critican, se pronunció ayer por primera vez sobre el caso recalcando que el Ecuador es “un país de libertades” y que la solicitud de Assange “se está procesando”.
El pedido de asilo de Assange está atravesado por un coyuntura compleja. En el plano judicial, la policía británica ha advertido que si Assange sale a la calle será detenido al estar en un proceso judicial en curso.
En el plano político, el trámite del asilo llega cuando el Ecuador ha mantenido posturas contrarias a los intereses del Reino Unido, como la del apoyo a la tesis argentina sobre las Islas Malvinas.
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