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Irán mantiene células terroristas en América Latina

Desde los años 80, Irán ha infiltrado células de inteligencia en América Latina para reclutar agentes que son usados en ataques terroristas, según analistas de seguridad y autoridades de la Justicia argentina.

Ese ejército en las sombras ayudó la milicia libanesa Hezbollah a ejecutar en 1994 el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que dejó 85 muertos.

En 2007, la célula iraní de Guyana estuvo a punto de explotar los tanques de combustible del aeropuerto John F. Kennedy, en New York, pero fue impedida por fuerzas de seguridad de Estados Unidos.

Los datos se desprenden de la investigación del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, quien acusa a Irán de patrocinar y cometer actos de terrorismo en la región tras la Revolución Islámica de 1979.

“El ataque a la mutual judía en Buenos Aires no constituyó un hecho aislado”, afirmó Nisman en un dictamen de 502 páginas. “Se inserta en un contexto mayor, desarrollado a partir de la decisión del régimen iraní de ‘exportar la revolución’ incluso mediante la violencia”.

En el dictamen, que se dio a conocer en mayo y es resultado de casi diez años de investigación, Nisman señala que Irán ha utilizado mezquitas, embajadas y centros culturales para promover el terrorismo en Latinoamérica.

El plan iraní inició en 1982, cuando se realizó en Teherán un seminario con unos 380 clérigos de 70 países, según el dictamen.

Actualmente, Irán utiliza sitios de internet para captar adherentes, según analistas de seguridad.

“Irán ha instalado websites en la región para propagar mensajes extremistas”, dijo el uruguayo Luis Fleischman, profesor de ciencias políticas en el Harriet L. Wilkes Honor College de la Universidad Atlántica de Florida, Estados Unidos. “Lo preocupante no es que la gente común lea esos sitios, sino que la población local de origen árabe, que desde hace más de un siglo vivió en paz con la comunidad judía, pueda volverse radical”.

Argentina: La red de Mohsen Rabbani

El cabecilla de la célula de inteligencia iraní en el Cono Sur fue el clérigo chiita Mohsen Rabbani, quien suministró apoyo logístico al ataque de Hezbollah contra la AMIA, dice el informe.

Rabbani ingresó a Argentina en 1983 como turista y obtuvo la radicación permanente al año siguiente. Decía ser representante del Ministerio de la Carne de Irán, pero integraba el Buró de Inteligencia del ayatolá Khamenei, afirma el fiscal.

A los pocos meses Rabbani ya controlaba tres mezquitas chiitas en Argentina: At-Tauhíd, en el barrio de Floresta, en la zona sur de la capital; Al Iman, en la localidad de Cañuelas, provincia de Buenos Aires; y El Mártir, en San Miguel de Tucumán.

Testigos de la causa dijeron que Rabbani manipulaba los estudiantes, colocándolos en situación de dependencia económica para vulnerar su independencia intelectual.

“A cada estudiante que acudía a la mezquita le correspondían 1,000 pesos mensuales por sus estudios, y Rabbani solo les daba 100 pesos, quedándose con el resto”, explicó el testigo Eduardo Lescano.

“Jóvenes reclutados eran enviados a centros religiosos de Irán, donde “recibían entrenamiento militar y adoctrinamiento político de parte de los Pasdaran (Cuerpo de la Guardia Revolucionaria)”, señala el informe.

Los que no aceptaban la radicalización eran segregados. Ello sucedió con Lescano, quien sostuvo que “dejó de concurrir a la mezquita At Tauhíd en 1990 o 1991 por diferencias ideológicas” y después se le negó la entrada.

Para captar adeptos, Rabbani utilizó periódicos y emisoras de radio. La estación de inteligencia contaba además con las empresas de fachada G.T.C. (Government Trading Corporation, que inspeccionaba la faena de la carne bajo preceptos islámicos) e Imanco (registrada como compañía de importación y exportación), además de miembros radicalizados de la comunidad musulmana local, llamados de “antenas”.

La actividad de Rabbani abarcó centros islámicos en Uruguay, Chile y Colombia, sostiene el fiscal.

“La decisión de atentar contra la AMIA fue tomada el 14 de agosto de 1993 durante una reunión en la ciudad de Mashad, en Irán”, dice el informe.

Rabbani se encargó de la compra de la camioneta Trafic usada como coche bomba. Cuatro meses antes del ataque, fue designado consejero cultural de la embajada, lo que le garantizaba inmunidad diplomática, completa el documento.

Nisman comprobó que Rabbani intercambió varias llamadas de celular con el colombiano Samuel Salman El Reda, quien desde Foz de Iguazú, en la Triple Frontera, coordinó la tarea de los terroristas.

Rabbani tiene pedido de captura internacional, pero vive en Irán amparado por el régimen islámico, dijo Nisman.

Guyana: La red de Abdul Kadir

Mientras Rabbani operaba en el Cono Sur, uno de sus discípulos construía una red de inteligencia similar en el Caribe: el ingeniero y exdiputado guyanés Aubrey Michael Seaforth, conocido como Abdul Kadir.

Kadir reclutó adeptos en Guyana y los países vecinos a partir de 1983, dice el informe.

Sus colaboradores incluían a Latif Alí (presidente de la Asociación de Pioneros Chiitas de Guyana), Ismail Muhammad (líder de la mezquita chiita de Paramaribo y titular de una casilla de correo a nombre de “Hezbollah Surinam”); y el sheik Kareem Ibrahim, de Trinidad y Tobago.

Documentos confiscados por las autoridades de Estados Unidos en la residencia de Kadir en la investigación del plan para volar el aeropuerto John F. Kennedy en New York demuestran que él enviaba informes de inteligencia a Morteza Tavasoli, embajador iraní en Caracas, Venezuela.

El dictamen de Nisman señala que estudiantes de Kadir participaron “sabiendo o, quizás, sin saberlo” en acciones del grupo que conspiró para volar el aeropuerto JFK.

Fue el caso de Abdul Raheem, que, en mayo de 2007, fue a buscar a terroristas en el aeropuerto de Trinidad y les procuró hospedaje.

Kadir fue detenido en junio de 2007 en Trinidad y Tobago, a bordo de un avión, cuando se dirigía hacia Irán. Fue extraditado a Estados Unidos y condenado a cadena perpetua, junto a otros miembros de su grupo, por conspirar para provocar la voladura del aeropuerto JFK.

Brasil: La red de Tabatabaei Einaki

En 1984, el iraní Mohamed Taghi Tabatabaei Einaki llegó a Foz de Iguazú para expandir en Brasil la red clandestina de Rabbani y Kadir, afirma el dictamen.

Einaki abandonó Brasil poco después, acusado por los embajadores de Arabia Saudita e Irak de intentar formar células terroristas. Pero la red brasileña siguió operando.

“A través de otro clérigo, Taleb Hussein Khazraji, la alianza estratégica entre Irán y Hezbollah llegó a la ciudad de São Paulo”, dice el informe.

El fiscal argentino señala por lo menos otros diez integrantes de la red iraní en Brasil. Entre ellos Farouk Omairi, que recaudaba fondos para Hezbollah desde Foz de Iguazú y quién fue detenido en Brasil en 2007 y condenado por narcotráfico.

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