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Aumenta riesgo para trabajadores humanitarios

En sitios como Siria, las amenazas de grupos extremistas obligan a agencias humanitarias a planificar en seguridad.

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El conflicto en Siria está afectando además a trabajadores humanitarios.

En conflictos armados de todo el mundo, trabajadores humanitarios que buscan ayudar a las poblaciones locales se enfrentan ahora a un ciclo implacable de violencia y riesgo personal.

“Es secuestro, ataques directos, bombardeos, amenazas por cosas colaterales que sólo pueden estar en el lugar incorrecto en el momento equivocado, cuando en la carretera explota una [bomba improvisada]”, dijo Amaury Cooper, cofundadora de la Asociación de Seguridad de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) Internacional.

Los trabajadores humanitarios también pueden ser usados como “peones políticos, donde son secuestrados para enviar un mensaje o para pedir un rescate”, añadió Cooper.

El aumento de las amenazas de secuestros y muerte de extremistas del Estado Islámico han hecho de Siria una zona de exclusión para los voluntarios extranjeros, a pesar de la desesperación de los civiles atrapados en el fuego cruzado.

La trabajadora de ayuda estadounidense Kayla Mueller murió en 2015 mientras era mantenida como rehén en Siria por parte el Estado Islámico. Apenas unos meses antes, el mismo grupo decapitó al voluntario británico David Haines, también secuestrado en Siria.

Hace 10 años, los trabajadores humanitarios eran vistos como algo separado de los conflictos en los que estaban tratando de operar. Pero la situación cambió, dijo Jim LeBlanc, vicepresidente de la compañía global de gestión de riesgos Unity Resources Group.

“En el pasado, si alguien se hizo daño o se hirió, podría haber sido por actividad criminal, un accidente de tráfico de algún tipo, o por daños colaterales”, dijo. “Ahora, son blanco de ataques”.

Mucho depende del lugar. Hay grandes partes del mundo donde se aceptan a los trabajadores humanitarios.

Joel Charny, vicepresidente de Interacción, una alianza de agencias de ayuda y desarrollo en Estados Unidos, dijo que en las zonas controladas por grupos extremistas como Estado Islámico el riesgo es aún mayor.

“En esos lugares en particular, la etiqueta ONG o la etiqueta humanitaria lleva consigo muy poca protección”, dijo. “De hecho, nuestra comunidad puede ser vista como un blanco fácil”.

Según Humanitarian Outcomes, actos de violencia contra trabajadores humanitarios en todo el mundo han aumentado en la última década, con secuestros viendo la subida más pronunciada. En 2012, Afganistán, Pakistán, Sudán del Sur y Somalia fueron clasificados como los más violentos.

El mayor impacto ha sido dentro de Siria, donde hay una incapacidad casi total para utilizar trabajadores humanitarios en operaciones transfronterizas para ayudar a los civiles atrapados allí, según Charny.

Hoy es prácticamente impensable para cualquier agencia de ayuda no tener personal de seguridad, dijo LeBlanc, y la mayoría de las organizaciones de ayuda se han vuelto mucho más sofisticadas en la manera de abordar la seguridad y su deber humanitario, para lo que están obligadas a aplicar “medidas razonables para mitigar el riesgo de que algo malo le ocurra a uno de su personal”, agregó.

Debido a que muchos grupos de ayuda no quieren alienar a las comunidades locales en las que trabajan, rara vez contratan a empresas privadas de seguridad para protegerlos.

Cuando el peligro se considera demasiado alto, los voluntarios a menudo son evacuados, dejando a personal local para continuar con el trabajo de ayuda.

Charny dijo que esas retiradas plantean una serie de cuestiones éticas, así como demandas por personal local en compensación por muerte y apoyo psicológico.

La pregunta es entonces cómo continuar a trabajar codo a codo con la comunidad en lugares como Siria o Afganistán, dijo Charny.

Con la difusión de amenazas por Estado Islámico y sus partidarios en Egipto, Libia, Turquía y Jordania, Charny dijo que los grupos de ayuda están tomando en serio la seguridad.

Cooper dijo que los donantes y las organizaciones de ayuda tienen que invertir más en la planificación de la seguridad, y los trabajadores humanitarios tienen que asegurarse de que esos planes son aplicados.

“Los trabajadores humanitarios, cuando están buscando y aplicando a trabajo, deben preguntarse ¿qué medidas de seguridad están en su lugar para nosotros? ¿Qué se está haciendo?”, se cuestionó. “ ¿Tienen un plan de gestión de crisis? ¿Tienen una forma de evacuación médica, evacuación médica o la evacuación de seguridad en su lugar?”.

Cooper añadió que muchos grupos de ayuda a planifican en seguridad, a pesar de que sigue siendo visto como un factor externo, una casilla de verificación que debe llenarse y no una parte integral del proyecto.

“Si una organización de ayuda no puede decir honestamente, ‘no importa lo que pase, podemos seguir operando’, no deben ir”, aconsejó.

Y los que en realidad pierden son los civiles que quedan atrás, atrapados en el fuego cruzado con nadie a quien recurrir.

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