Pandillas en Estados Unidos

De acuerdo a los datos del último estudio sobre bandas en Estados Unidos, elaborado por la agencia federal National Gang Intelligence Center (NGIC), en el país hay alrededor de 1.4 millones de pandilleros, lo que representa un aumento del 40% respecto al año 2009, lo que señala con claridad el peligro de una amenaza que ha crecido. Este crecimiento se explica en parte porque las pandillas han intensificado sus estrategias para reclutar nuevos miembros, entre ellas el uso recurrente a las nuevas redes sociales, que les facilita esa labor.

Las cifras de este estudio también indican la creación de nuevas bandas, que suman ya un total de 33,000 en todo el país, y su expansión se apoya en gran parte gracias a las nuevas oportunidades que genera el tráfico de drogas, que sigue siendo una de las actividades más importantes a las que se dedican.

Este notable incremento del 40% también responde a la mejora que se ha producido en los últimos años en los sistemas de identificación de estas pandillas y a la más exhaustiva recopilación de datos que se realiza para elaborar este tipo de informes. Entre la información destacada que recoge el análisis del NGIC está la constatación de que las pandillas son las responsables del 48% de los delitos violentos en la mayoría de las jurisdicciones de Estados Unidos y de más del 90% en algunas de ellas. La expansión de estas bandas, principalmente en las ciudades grandes y en los suburbios urbanos, se produce sobre todo por el reclutamiento agresivo de jóvenes e inmigrantes, la puesta en libertad de miembros que estaban encarcelados, y por los avances en tecnología, comunicación y redes sociales, que les permiten una mayor coordinación y capacidad de crecimiento.

Otro de los aspectos interesantes que revela el estudio es que las pandillas han diversificado sus actividades, si hasta ahora estaban centrados en las drogas y el tráfico de armas, han pasado a involucrarse también en otros delitos que no se relacionaban tradicionalmente con este tipo de grupos, como son el tráfico de personas y la prostitución, campos en los que han entrado abiertamente.

Además, es destacable que las bandas han comenzado a practicar el crimen de “guante blanco”, ya que este tipo de delitos tienen menos visibilidad social y un menor riesgo de detención y castigo que el tráfico de armas y drogas.

Tal y como se viene comprobando desde hace años, el estudio del NGIC concluye que muchos miembros de estas pandillas continúan su participación en ellas desde la cárcel, gracias a las visitas de sus familiares y amigos, o al uso de la tecnología de comunicaciones.

En cuanto al aspecto geográfico, las bandas callejeras han crecido de manera muy significativa en el noreste y el sureste de Estados Unidos, aunque es el oeste y la zona de los Grandes Lagos donde se registra el mayor número de personas que pertenecen a una pandilla.

Estos datos y otros que aparecen en el informe, son una alerta para incrementar la lucha contra las pandillas callejeras, que son un peligro evidente para a las comunidades y los ciudadanos y un riego intolerable en una democracia que se precie de ofrecer seguridad y bajos niveles de criminalidad. Luchar contra ellas es un objetivo estratégico nacional al que no podemos renunciar. Hacerlo sería abonar ciudades mucho más violentas y soportar índices de criminalidad elevados en nuestras sociedades. Un coste en vidas, seguridad y productividad que no podemos permitirnos.

Por eso el combate a las pandillas debe ser tan importante como el combate a los grupos terroristas. El peligro lo tenemos en nuestros barrios y ciudades. No lo olvidemos o lo pagaremos muy caro.