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Más balseros, el resultado más tangible de los “cambios”

El número de balseros hacia Estados Unidos aumentó un 75% entre 2013 y 2014, de 2,129 a 3,722.

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Balseros cubanos son rescatados por efectivos de la Guardia Costera de Estados Unidos en aguas cercanas a Florida.

“Comunismo para los comunistas, para el pueblo, vida!”. Así de tajante reza uno de los carteles que sostiene un manifestante que aparece en una de las fotos tomadas por el reportero Ryszard Kapuściński en el boulevard Zubovski de Moscú en 1990. La foto es parte integrante de la muestra El ocaso del imperio, que presenta el recorrido fotográfico que este emblemático periodista polaco hizo por la URSS, y que se incluye en un programa de exposiciones especial que en Barcelona rememora este 2014 la caída del muro de Berlín, al cumplirse el 25 aniversario de uno de los hechos más significativos de la historia actual.

Mientras, aprovechando la efeméride, en medio mundo se analizan los cambios que ese hecho supuso, desde una pequeña isla, congelada en el tiempo, llegan noticias sobre proyectos de inversión extranjera, resonancias esperpénticas de ferias internacionales en las que, al parecer, se rifan suculentas iniciativas empresariales que, deben pensar sus oferentes, resultan muy atrayentes para los inversores extranjeros. Lo cierto es que hoy por hoy invertir en Cuba parece un ejercicio de riesgo comparable a la proeza del equilibrista de Chicago Nick Wallenda, que acaba de cruzar la distancia entre dos edificios de gran altura caminando sin protección por encima de dos cables de acero.

La Feria Internacional de La Habana demuestra que la élite gobernante no renuncia a formar parte de la economía mundial y que lo quiere hacer conservando aquello que acostumbra a llamar como “la diferencia” a la que pide “respeto”. El problema es que los gobernantes cubanos pretenden que el mundo sea muy transigente con su “diferencia”, que entre otros despropósitos incluye el hacer una lectura un tanto particular de los artículos que se incluyen en la carta fundamental de los derechos humanos y el seguir además negando la posibilidad de que los ciudadanos puedan despegarse del oficialismo y entrar por vías alternativas de organización social y política. En definitiva, la “diferencia” que el castrismo reclama que se le respete es la que concibe al ciudadano como un rehén político del Estado.

“Comunismo para los comunistas, para el pueblo, vida!”. Así dice el cartel de ese personaje anónimo de las fotos de Kapuściński y algo parecido deben pensar los balseros cubanos que cada mes desafían a sus propios miedos y zarpan desesperados jugándose la vida hacia las costas de Estados Unidos. Los datos sobre balseros este 2014 parecen haber hecho saltar todas las alarmas. Y no es para menos. El número de balseros hacia Estados Unidos aumentó un 75% entre 2013 y 2014, de 2,129 a 3,722, según estimaciones de la guardia costera. Desde 2008 no se registraban números tan altos, de acuerdo con informaciones periodísticas.

Estas cifras son una constatación en toda regla de que los cambios del gobierno de Raúl Castro no son lo suficientemente efectivos como para devolver la esperanza al pueblo cubano. Por eso resulta cada vez más extraño escuchar a algunos responsables políticos que justifican la colaboración con el régimen de La Habana en base a esas señales de mejoría y transformaciones dentro de la Isla. La realidad les responde con estas dramáticas cifras de personas que se han lanzado al mar, a pesar de enfrentarse a una posible muerte, para escapar a ese escenario de capitalismo de Estado. Los resultados más tangibles de la política de cambios de Raúl Castro es el aumento en la cifra de balseros que huyen despavoridos del país.

Los representantes políticos que se sientan a hablar con los funcionarios del régimen (como es el caso de los europeos en plena discusión sobre la Posición Común) deberían escuchar ante todo a estas personas, tener antenas en los barrios de La Habana, en el campo cubano, allí se podría recoger el testimonio directo de la Cuba real y no las fantasías edulcoradas con informes cocinados por los autores del desastre cubano. Poco importa lo que cuente Bruno Rodríguez Parrilla o cualquier otro enviado de La Habana. Aquí la foto que interesa es la que traiga la gente de las calles, la gente que no pertenece a ningún partido político ni tiene ninguna parcela de poder en ese país. La gente que lo único a lo que aspira es a prosperar en su propia tierra, a vivir en paz y libre.

Joan Antoni Guerrero es un periodista independiente radicado en Barcelona, España.

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